Asistimos a una pérdida de riqueza natural sin precedentes. La vida salvaje se ha reducido a la mitad en menos de una generación y el cambio climático, que ya se siente en cada rincón del mundo, puede llevar al límite a muchas especies ya amenazadas.

Para muchos científicos, hemos iniciado la sexta extinción masiva de la historia de la Tierra. Se calcula que el ritmo actual de extinción de especies es de 100 a 1.000 veces superior al natural, una situación que se incrementa por el cambio climático, pues sus efectos agravan amenazas ya existentes y originan otras nuevas. Las más vulnerables son precisamente las que tienen poblaciones más reducidas y aisladas, y también las que tienen menor capacidad para migrar o desplazarse.

Recientemente, ha dado la vuelta al mundo la desgarradora imagen de un oso polar famélico avanzando por un territorio libre de hielo. Aunque no se puede vincular un caso individual a los efectos del cambio climático (y nadie sabe a ciencia cierta qué le pasaba a ese oso), lo cierto es que en el Ártico cada vez se observan más osos polares en pésimas condiciones, por la reducción del hielo del que dependen para cazar. La imagen, captada por el fotógrafo de National Geographic Paul Nicklen, se ha convertido en un icono de lo que supondrá el calentamiento para los osos polares.

El ejemplo del zorro ártico es también representativo del efecto del cambio climático sobre las especies. En las latitudes árticas, el aumento de temperaturas motivado por el cambio climático ha impulsado a los zorros rojos a extenderse hacia zonas más septentrionales, hogar de sus parientes de pelaje blanco y menor tamaño, los zorros árticos. Para los segundos, la llegada de dichos visitantes supone, por un lado, la aparición de un nuevo competidor directo, pues ambos se alimentan de pequeños animales, y por otro, es también una amenaza ya que su mayor tamaño les convierte en un predador.

Pero no hay que irse muy lejos para hablar de especies amenazas y afectadas por el cambio climático. Aunque España es uno de los países más ricos en biodiversidad de Europa, el porcentaje de especies en peligro es muy alto: el 34% de los anfibios, el 54% de los peces continentales, o el 15% de las flores vasculares, por ejemplo.

Somos muy vulnerables al cambio climático, y la tendencia general en España apunta a un importante empobrecimiento y relocalización de la biodiversidad, que se desplazaría en busca de zonas más elevadas altitudinal y latitudinalmente, es decir, más favorables climáticamente. Por ejemplo, la mariposa apolo ha desplazado su hábitat hacia las cumbres de la Sierra de Guadarrama: un ascenso de unos 212 metros en 30 años, tres décadas en las que se ha registrado un aumento de 1,3ºC en la temperatura media en las montañas donde habita.

Son sólo algunos ejemplos de cómo el cambio climático se ha convertido para muchos animales y plantas vulnerables en un “gran enemigo” que empeora amenazas como la destrucción de los hábitats, la contaminación, las especies invasoras o la pesca o caza excesivas.

No podemos olvidar que la biodiversidad es la red que sostiene y permite toda la vida en la Tierra, incluida la nuestra. La supervivencia de multitud de especies, nuestra calidad de vida y nuestro propio futuro dependerá de lo que hagamos en los próximos años frente al cambio climático y la pérdida de vida salvaje.

Porque solo tenemos una Tierra y protegerla es asegurar la supervivencia de todos,

El 24 de marzo apagaremos la luz en la Hora del Planeta.

Y tú, ¿por qué apagas?